Repatriarcalización del cuerpo-territorio de la mujer ucraniana por el conflicto con Rusia

Montserrat Nava Mota
Fuente: Getty Images / BBC News Mundo

El conflicto entre Ucrania y Rusia no puede entenderse desde hace nueve meses, pues existen antecedentes históricos que tienen que ser tomados en cuenta para comprender el contexto actual; sin embargo, ello no exime de las repercusiones hacia las mujeres ucranianas —en particular— debido a la repatriarcalización del territorio ucraniano por la masculinización debido a la presencia militar desplegada.

Rusia no considera a Ucrania como un ente completamente extraño, al contrario, tienen lazos históricos que remontan desde el gobierno de la emperatriz Catalina La Grande cuando anexionó la península de Crimea después de derrotar al Imperio Otomano, así que con ayuda de campañas de rusificación permeó en Ucrania política y culturalmente; sin embargo, el oeste de Ucrania ha estado más identificado con Europa y la parte oriental con Rusia. No obstante, en 1954 Nikita Jrushchov cedió el territorio de Crimea a la entonces República Socialista Soviética de Ucrania —ilegítimo, pues el Presídium no contaba con las facultades para ceder territorios—; en 1992 la ahora Federación Rusa reclama la devolución de Crimea, pero Ucrania se niega, aunque en 1997 le otorga una base naval en Sebastopol a cambio de la reducción del precio de gas.

Asimismo, Rusia seguía ejerciendo influencia a principio de la segunda década del siglo XXI en el país por medio del presidente Víktor Yanukóvich que fue destituido al negarse firmar un acuerdo comercial con la Unión Europea, ya que el Kremlin desaprueba cualquier intento de avance de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)  hacia fronteras rusas. De este modo, Rusia anexiona Crimea y dos regiones secesionistas de Donbás cortan lazos con Ucrania; así que en febrero de 2022 Moscú decide reconocer la independencia de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk.

Por tanto, en el conflicto entre Ucrania y Rusia éste último desplegó “operaciones militares especiales” en el entendido de salvaguardar a los ciudadanos de estos territorios rusoparlantes autodenominados repúblicas populares; esto conlleva a la masculinización de los espacios por la presencia de los hombres que instrumentalizan la violencia. Ahora bien, como afirma Ornelas (2019) la guerra impulsa la acumulación de capital y produce enormes ganancias para los actores que participan, los cuales actualmente son las empresas privadas las productoras de servicios de seguridad, producciones bélicas de punta como armas, inteligencia y operaciones especiales que echan mano de tecnología de vanguardia.

Si esto es así, entonces ¿la seguridad militar desplegada a quién cuida? definitivamente no es para las mujeres e infancias desplazadas de los territorios en conflicto que son uno de los grupos más vulnerados, al contrario, son víctimas del desplazamiento forzado y de las violencias ejercidas, de hecho Segato (2014) menciona que “la violencia contra las mujeres ha dejado de ser un efecto colateral de la guerra y se ha transformado en un objetivo estratégico de este nuevo escenario bélico” (p. 57).

De manera que es en el cuerpo de las mujeres el que tiene impacto directo de la ocupación machista, misógina y patriarcal de la guerra, pues en esta logica de ser cuerpos “desechables” son objeto de violaciones, trata de personas, abortos, enfermedades de transmisión sexual, partos sin las condiciones sanitarias mínimas, desplazamientos forzados, alteraciones en la salud mental y vulneración de sus derechos. 

En este entendido, el representante en Ucrania del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA por sus siglas en inglés), Jaime Nadal, señala que quienes buscan refugio de Ucrania son principalmente mujeres con infancias, enfrentándose a múltiples desafíos —impuestos—. Asimismo, Nadal relato —entre tantos casos— que las maternidades han sido gravemente dañadas, pues ha habido bombardeos a instalaciones civiles y hospitales, donde las mujeres han tenido que dar a luz en condiciones deplorables sin condiciones higiénicas mínimas, pero se han repartido kits de emergencia en salud reproductiva y para el manejo de situaciones de violencia sexual.

Empero, ¿Por qué las violencias siguen siendo ejecutadas hacia la mujer? Porque se sigue viendo como un cuerpo que puede ser vulnerado y violentado por y para los hombres como expresiones de poder de unxs sobre otrxs, así que son relaciones de dominación bajo la lógica de un sistema sexo-género heterosexista encaminado a la reproducción del imaginario donde la mujer es vista como frágil. Así que sigue distando que la forma de relaciones sociales es a través de patrones establecidos de una estructura patriarcal que aún permea en las subjetividades de todo un cuerpo social que se entrelaza, en este caso, por el conflicto ruso-ucraniano.

Por consiguiente, las violencias contra las mujeres en el conflicto ruso-ucraniano también deben ser vistos como estrategias de guerra y control territorial que no sólo responder a la reproducción capitalista por parte del Estado, también de empresas privadas; de tal modo que se hace notar toda la estructura patriarcal que permea en diferentes escalas y yuxtaposiciones, que en caso de conflicto las mujeres e infancias son despojados de su cuerpo-territorio y cosmosentires. Así que, la lucha feminista es clave para generar espacios que desarticulen todos los tipos de violencia basados en discursos de dominación.

Referencias

Martins, A. (2022, 18 de marzo). Rusia y Ucrania | Violencia sexual, trata de personas y partos en condiciones deplorables: los riesgos extremos que enfrentan las ucranianas. BBC. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-60786175

Ornalas, R. (2019). Las corporaciones militares y el gran negocio de la guerra. En Las redes de la guerra (pp. 6-8). ALAI.

Sánchez, P. (2016). El conflicto en Ucrania: el primer enfrentamiento serio de Rusia con  occidente durante la etapa de la  Post-guerra Fría. Foro Internacional 224, (2), 470-502.

Segato, R. (2014). Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres. En La guerra contra las mujeres (pp. 57-90). Editorial Traficantes de Sueños.