La Responsabilidad de Proteger ¿Cuáles intereses? El caso de la intervención en Libia, 2011

Gabriela Morgado Cervantes

The New York Times

Al finalizar la Guerra Fría, el sistema internacional se enfrentó a un panorama caracterizado por el surgimiento de nuevas problemáticas y la complejización de las ya existentes. La seguridad, entendida desde una perspectiva tradicional-estatocéntrica, comenzó a ser insuficiente para responder a las crisis. Esto se denota en la dificultad de los Estados para dar respuesta a las nuevas dinámicas, lo cual se hace más evidente en los Estados que se encuentran en una condición de incapacidad de enfrentarse a problemáticas esenciales como las de seguridad menos tradicional, las cuales afectan directamente a la humanidad, como lo son las guerras, los genocidios, etc. En este contexto, junto a la concepción humana de la seguridad[1], surge la doctrina de la Responsabilidad de Proteger, por medio de la cual la sociedad internacional asume la Responsabilidad de Proteger a todos los individuos, sin importar su país, incluso cuando su propio Estado es incapaz de protegerlos (VanLandingham, 2012).

De acuerdo con la Comisión Internacional sobre Intervención y Soberanía de los Estados (2001), la Responsabilidad de Proteger implica otras responsabilidades como lo son: prevenir, reaccionar y reconstruir. Estas se pueden resumir en mecanismos de alerta, medidas preventivas y la posterior restauración de la paz. Estas tres responsabilidades sirven como antesala a la intervención, la cual debe ser el último recurso al enfrentarse a cierta problemática. Las intervenciones deben ser aprobadas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y deben estar justificadas en una causa e intención correcta para así evitar el sufrimiento humano en la mayor medida posible.

El caso de Libia: la Dictadura y la Guerra Civil

Libia se ubica en el Norte de África, a lo largo del Mediterráneo, frente a Grecia e Italia.  A pesar de no contar con un suelo muy fértil, posee mucho petróleo y es miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Después de la ocupación italiana (de 1912 a 1942) y posteriormente de Reino Unido y Francia (entre 1947 y 1951)[2], durante 42 años Libia fue gobernada por el líder autoritario Muamar Gadafi, quien realizó diversas reformas nacionalistas como la reforma agraria, nacionalización de la industria petrolera, impulsó un sistema de seguridad social, asistencia médica gratuita, entre otras (Bearman, 1986). Asimismo, fomentó la participación de las mujeres en la vida política y económica.[3] Sin embargo, de manera simultánea estableció un Estado policial caracterizado por la vigilancia y represión constante a la población. Se prohibió el derecho de huelga, se impuso una férrea censura informativa y se codificó la pena de muerte para los delitos considerados contrarrevolucionarios.

Con estas condiciones y el auge de las Primaveras Árabes, una serie de movimientos en el mundo árabe entre 2010 y 2012 que buscaban democracia y derechos sociales, la rebelión contra el gobierno libio generó diversas manifestaciones violentas que fueron reprimidas por el Estado, desatando una Guerra Civil. El 27 de febrero de 2011, un grupo que encabezó las protestas en contra del gobierno de Gadafi fundó oficialmente el Consejo Nacional de Transición (CNT) en Bengasi, organismo único y legítimo de representación del pueblo y del Estado libio. El CNT generó un movimiento con tanta fuerza que en un mes hizo que Gadafi perdiera el control de la mayoría de las ciudades en Libia, incluyendo a los yacimientos petroleros del país.

Resolución 1973 del Consejo de Seguridad

El gobierno de Gadafi inicia en 1969, pero no es hasta 43 años después que la comunidad internacional ve necesario intervenir en pro del bienestar humano. Por esto es que a principios de 2011, con justificación en la Responsabilidad de Proteger, Francia impulsa enérgicamente la Resolución 1973 en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la cual establece que “se utilizarán todas las medidas necesarias […] para proteger a los civiles y las zonas pobladas por éstos que estén bajo amenaza de ataque” (Consejo de Seguridad de la ONU, 2011).

Posteriormente, ya con la resolución aprobada, por medio de la operación Odyssey Dawn para la ejecución de la Resolución de 1973, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) comienza en marzo de 2011 las intervenciones militares en Libia, las cuales buscaban proteger a la población civil. Sin embargo, en realidad se bombardearon varias ciudades civiles a lo largo de Libia. Además, cabe destacar que dicha operación fue organizada en un foro en París el 19 de marzo de 2011, por lo que se puede notar el meticuloso orquestamiento de la intervención por parte de Francia.

El interés de la intervención francesa se puede explicar en que, a nivel regional, gran parte de África es ex colonia de Francia y el actual ascenso de Libia como potencia regional supuso una amenaza a la influencia francesa en la región. Esto se puede ver especialmente con la propuesta de Gadafi de una moneda Panafricana, la cual amenazaría seriamente al franco de la Comunidad Financiera Africana (CFA), la moneda común de catorce países africanos, casi todos ellos antiguas colonias francesas, y por lo tanto a las finanzas francesas.[4] Entonces, las actitudes e iniciativas de Francia se deben insertar en una estrategia de proyección de poder en la región de Europa y el Mediterráneo. Francia, busca el liderazgo regional para contrarrestar a actores en ascenso como Alemania, y busca posicionarse en la región mediterránea debido a que su situación económica y financiera depende de ella.

La participación de otros Estados, como Estados Unidos, está presente de una manera menos activa y más pragmática, ejemplo de ello son los correos desclasificados de la precandidata presidencial Hillary Clinton,  donde demuestran que la creación de una moneda panafricana basada en las reservas de oro de Libia, suponen una gran amenaza al euro y al dólar; y por esa razón Estados Unidos se ve obligado a intervenir.[5]

Conclusiones

La Responsabilidad de Proteger está claramente enmarcada en los intereses del capital y de las grandes potencias. La Seguridad Humana es, entonces, un concepto que finalmente sirve a las formas actuales de dominación basadas en la acumulación excesiva de capital por medio de recursos estratégicos. Como lo menciona Baños (2017) la guerra es uno de los instrumentos más utilizados para asegurar beneficios; y en este caso, la abundancia del petróleo pone a Libia como un país de gran interés para potencias como Francia y Estados Unidos.

Además, esta doctrina refuerza un discurso paternalista en la cual países pertenecientes al Consejo de Seguridad son los únicos capaces de responder a cualquier cuestión de seguridad, mientras que la mayoría de estas problemáticas son resultado o respuesta directa a las estructuras de poder y dominación que impusieron estos mismos países hegemónicos.

Entonces, surge el cuestionamiento ¿Qué es lo que realmente se protege? En la práctica, como es visto en el caso de Libia, sirve para promover y proteger los intereses nacionales de potencias que históricamente han basado su poderío en el despojo y la violencia hacia diversos territorios y corporalidades.

Referencias:


[1] Seguridad humana es una concepción amplia, integral, multidimensional y multidireccional de la seguridad. Se centra en las personas más que en el Estado y se constituye a partir de las necesidades humanas y de las capacidades que las personas posean para procurarse la mejor vida posible. (Zavaleta, 2015)

[2]  Italia renuncia a sus territorios libios luego de su derrota en la Segunda Guerra Mundial, quedando bajo administración de Francia y el Reino Unido bajo mandato de la ONU entre 1947 y 1951.

[3] Estableció la prohibición de matrimonios de menores de 16 años, e incluso tenía una guardia de mujeres para su defensa personal.

[4] El gobierno francés recauda de sus antiguas colonias 440.000 millones de euros anuales en impuestos.

[5] El gobierno de Gadafi posee 143 toneladas de oro y una cantidad similar en plata.

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