Mariana Sofía García Espíndola
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El conflicto palestino-israelí sigue latente y en desarrollo. Los intentos por establecer un Estado sionista, materializados desde 1917 con la Declaración de Balfour y el Plan de Partición de las Organización de las Naciones Unidas de 1947, negaron la identidad y el territorio palestino. Desde 1948, a partir de la creación del Estado de Israel, Palestina no ha conocido un decrecimiento de la ocupación militar que permea en la vida de sus millones de habitantes que resisten con rebeldía y dignidad ante la profundización de las desigualdades y violencias que les atraviesan hace años; percibidos como siglos por las injusticias que eran vistas a ojos ciegos y escuchadas a oídos sordos.
A lo largo de esta guerra, si se realiza un recorrido histórico, se considerarían tres reestructuraciones militares importantes en los Territorios Palestinos Ocupados (TPO): el inicio de la nakba (catástrofe), la guerra de los Seis Días y los Acuerdos de Oslo en 1994. Resulta imperante analizar estos procesos históricos desde el materialismo histórico-dialéctico, en el que los acontecimientos así como las acciones emprendidas no se entienden como consecuencia de una disputa por poder dentro de una “arena internacional”, sino que son resultado de una reestructuración espacio-temporal del capital a nivel global en el que Medio Oriente no permaneció ajena.
Dentro de los últimos años del siglo pasado sucedieron cambios en la sociedad internacional donde se experimentaba la transición del mundo bipolar a unipolar y, por lo tanto, la consolidación de una Pax Americana que se gestaba desde la segunda posguerra.[1]De manera paralela, también se percibía el agotamiento del Estado de bienestar y su transcurso a la etapa de acumulación neoliberal.
A partir de 1994 existe una proliferación de la violencia en todas sus formas en la Palestina ocupada. La militarización, como parte de esta violencia –que ha estado presente desde el inicio de la catástrofe y resulta pilar fundamental tanto para la edificación del Estado de Israel como para el ciclo de acumulación del capital– se ve atravesada por el contexto neoliberal, reconfigurando su operatividad en el territorio Cisjordano, intensificando así el despojo. La manera en la que se espacializa este último sólo es a través de la destrucción de lo que existía antes, tanto física como simbólicamente, para que así pueda crear sus propias condiciones de reproducción: todo un nuevo paisaje.[2]
No sólo se trata del despliegue de tropas militares como elemento coercitivo, como se ha conceptualizado tradicionalmente, sino de un proceso y mecanismo que crea relaciones sociales con el objetivo de establecer estructuras mediante la imposición de territorialidades y, por lo tanto, sujetos para asegurar la reproducción de la hegemonía en todas las escalas.[3] Es por tanto que, retomando de alguna manera a David Herrera,[4] se puede hablar del capitalismo como modo de hacer y ser, la militarización como eje ordenador y el espacio que ambos engendran.
Desde la perspectiva teórica de Henri Lefebvre, el espacio se entiende como producto y productor social en la que lxs sujetxs, mediante la práctica, cambian o transforman cierta materialidad, pero, a su vez, esa materialidad también influye en lxs sujetxs y sus accionar.[5] Es de rescatar también que el capitalismo sólo sobrevive a través del espacio: dominándolo y produciéndolo.[6] En este sentido, Cisjordania está atravesado por un tipo particular de militarización que transforma e instrumentaliza el espacio y tiempo para satisfacer ciertas necesidades y la supervivencia del sistema capitalista, en palabras de Moisés Garduño: “lo que está en juego que ni siquiera se trata de la ocupación militar en sí misma, sino del propio sistema capitalista, del capital transnacional y de su reproducción en la mayor cantidad de mercados vigentes posibles”.[7]
Cisjordania se reorganizó ante este ajuste espacio-temporal siendo presa del desplazamiento de las crisis de sobreacumulación. A partir de la fragmentación de Oslo es que se dará la combinación de desplazamientos en este espacio: el desplazamiento temporal traducido en la inversión de capital fijo, es decir, construcción de infraestructuras; y el desplazamiento espacial a través de la apertura de nuevos mercados.[8] El apartheid se materializó en la construcción del muro durante 2002 y los puntos de vigilancia que están sobre éste. La seguridad de dicho muro que segrega y separa comenzó a privatizarse, pasando el cargo de las Fuerzas de Defensa Israelí al contratista de seguridad más grande del gobierno israelí: Modi’in Ezrachi.[9]
De igual manera, para el funcionamiento eficiente de la ocupación, se ha requerido de un desarrollo tecnológico importante. Como ejemplo de que la ciencia y tecnología han fungido como instrumento a completa disposición de las élites del poder,[10] tenemos que el Estado de Israel contrató a la empresa norteamericana Hewlett-Packard para desarrollar datos biométricos a través de identificaciones para que las fuerzas israelíes las utilicen en los checkpoints y así agilizar procesos. [11] Asimismo, se puede ver a la empresa conjunta Raytheon w/ Rafael Area Protection Systems, en donde a partir de su desarrollo tecnológico, está construyendo el sistema de misiles tierra-aire de mediano alcance. Éstos últimos también están asociados con el desarrollo y producción del sistema Iron Dome.[12]
Los asentamientos establecidos desde la Guerra de los Seis Días aumentaron a pesar de estar considerados como una violación a la Cuarta Convención de Ginebra de 1949 y un crimen de guerra para los Estatutos de Roma de la Corte Penal Internacional. El ocupante, en este caso Israel, tiene prohibido trasladar población a los territorios ocupados. Sin embargo, desde aquellas aliyás[13] que comenzaron a finales del siglo XIX con ayuda del mandato británico, se encargaron de poblar según ellos a una tierra sin pueblo, en un pueblo sin tierra, haciendo más fácil la ocupación. Una de las empresas involucradas en vender las casas de las que son despojadxs lxs palestinxs es RE/MAX.[14]
Asimismo, otra de las principales infraestructuras que fragmentan a la población cisjordana son las carreteras, pues existen libramientos en los que solo pueden circular matrículas israelíes. Una de las más importantes para la circulación es la autopista 60, una carretera que fue construida en 1994 que recorre completamente Palestina de norte a sur. Son 183 km. que conectan los asentamientos con el litoral, pero desconectan a 306 000 palestinos.[15] Además de que evita el crecimiento de ciudades importantes, conecta a las colonias judías de Jerusalén con las del oeste en Belén evitando roces con aldeas palestinas. De igual manera, fue el primer puente blindando en toda la existencia ya que resultaba un punto vulnerable en la comunicación israelí.[16]
La materialidad hostil y segregadora que se construyó y, por tanto, las relaciones sociales que resultaron en este espacio no son más que ejemplos del capital financiero que despoja. La militarización no sólo son armas, sino todo lo que construye para que se consiga un fin último: la construcción de subjetividades que interesen al capital para su acumulación. No obstante, como a toda dominación le corresponde su negación,[17] y toda planeación es inacabada, la misma fragmentación que el Estado de Israel ha hecho en toda Palestina ha provocado resistencias que hacen frente a esta militarización. Éstas parten de una desobediencia epistémica que reivindican el solo hecho de existir como una resistencia, y se materializan en una organización de la sociedad en la que se dan desde prácticas autónomas de subsistencia hasta movimientos islamistas.
Es entonces que podemos decir que, bajo esta lógica de acumulación por desposesión en el neoliberalismo, Israel no puede ser sin Palestina, en tanto éste debe de ser despojado de sus personas, recursos, ideas, fuerza y espacio para que exista un Estado. Enunciar esto es aterrador porque cierra un poco la puerta a las posibilidades de pensar un fin del conflicto, añadiendo los esfuerzos de Israel por normalizar lo que no se puede normalizar. No obstante, creyendo en las contradicciones que son inherentes del sistema y que en cualquier momento puede caer por éstas, la resistencia que alberga el sentimiento de sed de justicia también surgen con fuerza. Si bien es cierto que el capital perece mientras crece, no hay que esperar en el proceso para que caiga por sí solo, hay que tirarlo y resignificar lo que verdaderamente vale: la vida. Concluyendo que hoy “Palestina existe y siempre ha existido porque resiste y ha resistido”.[18]
[1] Jaime Isla Lope, Propuesta metodológica para analizar la problemática internacional de Medio Oriente, México, UNAM/FCPyS, 2019, p. 24.
[2] David Harvey, “Contradicción 11. Desarrollos geográficos desiguales y producción del espacio”, en Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo, Quito, Traficantes de Sueños, 2014, p. 157.
[3] Irwing Rico Becerra, “Los despliegues de la militarización estadounidense en el sistema mundial: transformaciones territoriales y producción estratégica del espacio de la posguerra al siglo XXI”, Revista de Investigación en Geografía, núm 4, 2020, p. 11-12.
[4] David Herrera, La política, continuación de la guerra por otros medios’: hegemonía y poder en las relaciones internacionales del siglo XXI, [en línea], Instituto de Política Internacional, 20 marzo 2019, Dirección URL:
https://politicainternacional.com.mx/2019/03/20/la-politica-continuacion-de-la-guerra-por-otros-medios-hegemonia-y-poder-en-las-relaciones-internacionales-del-siglo-xxi/ [consultado el 21 de junio de 2021]
[5] Federico Saracho, “El espacio negativo”, en Espacios negativos. Praxis y antipraxis, Akal, 2020. pp. 104-105.
[6] David Herrera, “Geopolítica de la fragmentación y poder infraestructural. El Proyecto One Belt, One Road y América Latina”, Geopolítica(s), 2019, p. 45
[7] Moisés Garduño, “Palestina Glocal: Resistencias al neoliberalismo desde el pensamiento crítico y las prácticas autónomas palestinas”, en Pensar Palestina desde el Sur Global, UNAM/FCPyS, p. 255.
[8] David Harvey, 2014, op. cit.
[9] Antony Loewenstein y Matt Kennard, How Israel privatized its, The Nation, 2015, p. 21, Dirección URL: https://www.thenation.com/article/archive/how-israel-privatized-its-occupation-of-pal estine/ [Consultado el 23 de mayo de 2022]
[10] Ralph Miliband, “Análisis de clases”, en La teoría social, hoy, México, Alianza, 1987, pp. 419-443.
[11] Antony Loewenstein y Matt Kennard, op. cit., p. 24.
[12] IISS, The military balance. The annual assessment of global military capabilities and defence economics, 2021, p. 64, Dirección URL: https://www.iiss.org/publications/the-military-balance [Consultado el 22 de mayo de 2022]
[13] Término utilizado para nombrar la inmigración judía moderna a territorio Palestino. Mario Sznajder, “Sionismo y migración (1881-1918)”, en Historia Mínima de Israel, México, El Colegio de México, 2017, p. 34-35.
[14] Ben Norton, Meet RE/MAX Israel, the Company that Profits off of Illegal Israeli Settlements, noviembre 2014, Dirección URL: https://bennorton.com/meet-remax-israel-the-company-that-profits-off-of-illegal-israeli-settlements/ [Consultado el 25 de mayo de 2022]
[15] Julieta Fuentes, Las fronteras de Israel, s/f, p. 59.
[16] Ibid.
[17] Iraís Fuentes Arzate, “La ‘desterritorialización’ como estrategia en la geopolítica de la guerra contra Irak (2003-2011)” en Geopolítica. Espacio, poder y resistencias en el siglo XXI, México, UNAM/FFyL, 2020, p. 198.
[18] Moisés Garduño, op. cit., 268.
Fuentes Consultadas
Fuentes Arzate, Iraís, “La ‘desterritorialización’ como estrategia en la geopolítica de la guerra contra Irak (2003-2011)” en Geopolítica. Espacio, poder y resistencias en el siglo XXI, México, UNAM/FFyL, 2020, pp. 197-214.
Garduño, Moisés, “Palestina Glocal: Resistencias al neoliberalismo desde el pensamiento crítico y las prácticas autónomas palestinas”, en Pensar Palestina desde el Sur Global, México, UNAM/FCPyS, pp. 253-272.
Harvey, David, “Contradicción 11. Desarrollos geográficos desiguales y producción del espacio”, en Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo, Quito, Traficantes de Sueños, 2014,pp. 149-164.
Herrera, David, “Geopolítica de la fragmentación y poder infraestructural. El Proyecto One Belt, One Road y América Latina”, Geopolítica(s), México, 2019, pp. 41-68.
Herrera, David, La política, continuación de la guerra por otros medios’: hegemonía y poder en las relaciones internacionales del siglo XXI, [en línea], Instituto de Política Internacional, México, 20 marzo 2019, Dirección URL: https://politicainternacional.com.mx/2019/03/20/la-politica-continuacion-de-la-guerra-por-otros-medios-hegemonia-y-poder-en-las-relaciones-internacionales-del-siglo-xxi/
IISS, The military balance. The annual assessment of global military capabilities and defence economics, 2021, pp. 504, Dirección URL: https://www.iiss.org/publications/the-military-balance/the-military-balance-2021
Isla Lope, Jaime, Propuesta metodológica para analizar la problemática internacional de Medio Oriente, México, UNAM/FCPyS, 2019, pp. 66.
Jaraiz Lara Sandra, Handala: testigo e icono. La obra del caricaturista palestino Naji al-Ali [en línea], Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, Máster en Estudios Árabes e Islámicos Contemporáneos, pp. 120, Dirección URL: https://libros.uam.es/tfm/catalog/download/400/758/588?inline=1
Miliband, Ralph, “Análisis de clases”, en La teoría social, hoy, México, Alianza, 1987, pp. 419-443.
Norton, Ben, Meet RE/MAX Israel, the Company that Profits off of Illegal Israeli Settlements, noviembre 2014, Dirección URL: https://bennorton.com/meet-remax-israel-the-company-that-profits-off-of-illegal-israeli-settlements/
Rico Becerra, Irwing, “Los despliegues de la militarización estadounidense en el sistema mundial: transformaciones territoriales y producción estratégica del espacio de la posguerra al siglo XXI”, Revista de Investigación en Geografía, núm 4, México, 2020, pp. 8-28.
Saracho, Federico, “El espacio negativo”, en Espacios negativos. Praxis y antipraxis, México, Akal, 2020, pp. 103-127. Sznajder Mario, “Sionismo y migración (1881-1918)”, en Historia Mínima de Israel, México, El Colegio de México, 2017, pp. 33-50.